viernes, 3 de octubre de 2014

Huesos muy... secos

HUESOS MUY SECOS


En la visión de Ezequiel 37, Dios llevó al profeta a un valle lleno de huesos
 secos. "La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de
 Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo
 pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran
 muchísimos…y…secos en gran manera" (Ezequiel 37:1-2). ¡Qué horrible
 escena! Una vasta extensión llena de esqueletos hasta donde Ezequiel podía
 alcanzar a ver.

Quizás tú, como Ezequiel, te has preguntado: "Dios, todo lo que veo delante
 de mí son cosas difíciles. ¿Por qué me llevas a través de este valle
 oscuro? "Se debe a que en el valle de los huesos secos, no hay otra fuente de
 vida. En ese lugar no tenemos ni aliento, ni poder, ni fuerza propia. El valle
 de muerte nos lleva a un lugar de dependencia total. En año dos mil trece fue
 uno de los años más duros de mi vida, sin embargo, mirando hacia atrás, doy
 gracias a Dios por cada momento de ese año. En medio de todo de los huesos
 secos de mi vida, veo que Dios había orquestado un lugar en donde mi vida
 terminaba y la Suya comenzaba.

 El valle de los huesos secos en la visión de Ezequiel nos revela dos cosas:

 Primero, representa la condición del pueblo de Dios. Yo amo a la Iglesia de
 Cristo, nunca habré estudiado lo suficiente sobre ella, ni habré orado lo
 suficiente por ella. Es la mayor vasija de Dios en la tierra para expresar Su
 naturaleza y mostrar Su poder. Pero también tengo una carga, porque hoy en
 día, muchas iglesias están llenas de huesos secos. Esto no es una crítica,
 es una realidad. Como cristianos, podemos secarnos antes de darnos
 cuenta. Jesús lo expresó de esta manera: "Pero tengo contra ti, que has
dejado tu primer amor" (Apocalipsis 2:4). Podemos hacer toda la dinámica, y
 aun así no tener nada de vida en el interior.

 Lo segundo que veo revelado en la visión de Ezequiel de los huesos secos es
 nuestra cultura. Hubo un tiempo en que éramos una nación que honraba a Dios.
El setenta por ciento de los estadounidenses alguna vez profesó a Cristo y
asistió a la iglesia. Las últimas estadísticas muestran que dicha cifra es
 ahora sólo el ocho por ciento. ¡Estamos viviendo en medio de tinieblas
 espirituales, habitamos en un valle de huesos secos!
 ¿Cómo puede, una iglesia de huesos secos, una iglesia tibia, que no tiene
 vida ni oración, hablarle a una cultura de huesos secos? No puede suceder a
 menos que nuestros espíritus sean vivificados, despertados por el Espíritu
 Santo.

Por  Gary Wilkerson