lunes, 29 de septiembre de 2014

En el dia de pentecostés


EN EL DÍA DE PENTECOSTÉS

 
 ¿Qué evangelio predicó Pedro a las masas en el día de Pentecostés? La
 Biblia nos dice que cuando la gente escuchó al apóstol testificar: “…se
 
compungieron de corazón, y dijeron…varones hermanos, ¿Qué haremos? Pedro
 les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
 Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
 Santo.” (Hechos 2:37-38).
 
 Pedro no les dijo tan solo “cree y se salvo”, ni tampoco les pidió que
 hicieran simplemente una decisión, que presentaran su postura por Jesús.
 ¡No, él les dijo que se arrepientan primero, y luego sean bautizados en
 obediencia a Cristo!
 
 ¿Qué evangelio predicó Pablo a los atenienses paganos en el Areópago? Él
 les dijo muy directamente: “…Dios…ahora manda a todos los hombres en todo
 lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).
 
 Estos griegos intelectuales no tenían problema para creer en Dios. De hecho,
 se podría decir que su pasatiempo era “creer” en muchos dioses, primero en
 este, luego en el otro, cada vez que alguien les predicaba persuasivamente de un
 dios, ellos creían. Entonces, ellos sí creían, pero lo hacían mientras vivan
 en pecado. ¡Una simple creencia no es suficiente!

 Pablo les dijo a estos hombres: “¡No! ¡No! Jesús no puede ser simplemente
 añadido a tu lista de dioses. El ha venido a salvarte de tus pecados. ¡Y Él
 manda a todos sus seguidores que se arrepientan y sean limpios!”
 
 Más tarde, Pablo le predicó este mismo evangelio de arrepentimiento al rey
 Agripa: “No fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié
 primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de
 Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo
 obras dignas de arrepentimiento” (Hechos 26:19-20).
 
 Pablo está diciendo: “Dondequiera que he estado, he predicado
 arrepentimiento. ¡Y un arrepentimiento genuino se demuestra con hechos!”
 
 Estos pasajes nos dejan en claro que la iglesia apostólica predicaba sin temor
 el mismo evangelio que Juan y Jesús predicaron: “¡Arrepentíos para perdón
 de los pecados!”

Por  David Wilkerson