viernes, 1 de agosto de 2014

El ratón y el león

El león y el ratón



Iba un ratón en busca de comida por la selva africana cuando de pronto se encuentra frente a frente con un león. El ratón por su instinto tuvo la intención de escapar pero se quedó petrificado por el miedo que invadiò su cuerpo. El león al verlo, sin pensarlo dos veces, pega un salto poniendo su gran zarpa encima del pobre ratón sin dejarle tiempo a reaccionar. Entonces el ratón le dice con voz llorosa:


- no me comas, no tendrás conmigo ni para un diente, soy muy pequeño, solo tengo huesos, ten misericordia de mi.  El león al escuchar el razonamiento del ratón se vio movido a misericordia y decidió dejar ir al ratón, aún contra sus propios instintos de depredador.

Pasó un tiempo y el león paseando por la jungla se vió atrapado en una red que unos cazadores pusieron estratégicamente situada.  El león luchaba para deshacerse de su prisión, pero contra más se movía más se enredaba en su trampa. Luchaba y luchaba hasta quedar extenuado.  Allí estaba el rey de la selva indefenso, inmóvil, esperando una muerte segura. Ya estaba convencido que no tenía remedio ni salvación, su destino era morir. A esto que por allí pasaba el mismo ratón al que días anteriores le había perdonado la vida. El ratón al ver al león que había tenido misericordia de él, sin mediar palabra se dirigió hacia él y empezó a roer las cuerdas de la red hasta que el león quedó libre de la trampa mortal.

La moraleja de esta historia es que no puedes despreciar a los que son más pequeños o más débiles que tú.

No menosprecies a tus hemanos cuando están pasando por problemas o tribulación y sus fuerzas se han debilitado, no los arrincones, ni digas: “es un débil, no supo aguantar!” Debes echarle una mano.  El día de mañana puedes ser tú el débil y el débil estar fuerte para poderte ayudar.  Nos necesitamos los unos a los otros, para ayudarnos.

Así como Jesús te tendió la mano, tiéndesela tú a tus hermanos.

Dominio público