viernes, 4 de julio de 2014

Por amor a vosotros

“POR AMOR DE VOSOTROS” 


“Fuisteis rescatados… con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” (1 Pedro 1:18-20).

Pedro está explicando la motivación detrás del sacrificio de Cristo: lo hizo por amor a nosotros. El amor de Cristo para nosotros, y para él en concreto, le conmovió a Pedro. Pudo recordar aquel día cuando Cristo fue sacrificado por amor a él. Le había negado la noche anterior. Su amor por Jesús no fue lo suficientemente fuerte para darle valor para confesar que le conocía y que era uno de sus discípulos. Delante de las acusaciones de las criadas lo había negado tres veces. El amor de Jesús, en cambio, no falló. Jesús no negó quién era cuando Pilato se lo preguntó, aun sabiendo que las consecuencias para él serían la muerte. Jesús había sido valiente, pero no fue su valor lo que le fortaleció para soportar la cruz, sino su amor. Pedro había creído que su valor le daría fuerzas para defender a Jesús, pero no se trata de valor, sino de amor.

Fue por eso que, cuando Jesús se encontró con él después de la resurrección, le preguntó si le amaba. Pedro luchó con la pregunta. Reconocía que le quería, pero tuvo que admitir que su amor por Jesús no estaba a la altura necesaria para poner su vida por él. Cuando Jesús le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo” (Juan 21:17). Pedro era consciente de que el Señor sabía exactamente cuál era la profundidad de su amor y hasta dónde llegaba. Frente a la honestidad de su confesión, Jesús le encomendó una gran obra. El Señor conoce las limitaciones de nuestro amor. Si es pobre, pero sincero, lo acepta, y nos sirve de motivación para nuestro servicio a él.

Muchos años más tarde, Pedro está escribiendo su epístola universal. No puede por menos recordar su pobre amor por Jesús y el amor tan grande de Jesús por él que le llevó a la Cruz. Escribe a sus lectores, con la memoria de la Cruz todavía fresca en su mente, acerca del valor de la sangre de Jesús que fue derramada por ellos y hace constar  la motivación de Jesús al hacerlo, para incrementar su amor para él, amor que les dará el valor necesario para serle fieles al Señor en la persecución que seguramente tendrán que soportar por amor a su nombre.

Por David Burt